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Crónica del coronavirus - día 2

Primer Lunes desde que empezó el aislamiento. Un día surrealista. Más raro que un torero al otro lado del telón de acero, que canta Sabina.

Si tuviera que contarle a mi futuro nieto un cuento con toda esta historia, diría algo más o menos así:

«Érase una vez que se hubo, un virus malvado que infectaba a mucha gente, era una época extraña en la que los drones volaban pidiendo que la gente se fuera a casa. A pesar de la pandemia la abuela, que era cartera de Correos, estaba ahí la mujer con dos ovarios repartiendo cartas de amor que nadie esperaba.

Si ibas en bici te multaban, pero si eras inglés y bebías cerveza en terrazas de la costa Brava daba igual, también daba igual si bajabas al perro y si llevabas una corbata al tinte, también.»

«—¿Abuelo cómo puedes inventarte un cuento tan raro? ¡¡¡eso no pasa!!!»

«—No, hijo, no pasa, son cosas de viejo.»


Y sonreiría a mi nieto y le guiñaría y continuaría con el cuento inventado:

«El ejército patrullaba las calles y te mandaban a tu casa si te veían paseando, pero si ibas a hacerte unas mechas (eso duro poco) no pasaba nada.

Prohibieron la Semana Santa y la Feria de Abril fue la Feria de Septiembre, pero una manifestación con 150.000 personas la dejaron estar porque si no te llamaban machista.

Redujeron el número de trenes para evitar contagios y eso provocó la acumulación de viajeros —que o iban al supermercado, a por tabaco o a comprar un teléfono móvil— de manera absurda…»

—¿Y cómo acaba el cuento, abuelo?

—Como siempre, hijo, como siempre… los pobres pagan el pato y los ricos siguen ganando mucho dinero a costa de ellos.

Ahora, de vuelta de mi ensoñación, me topo con la realidad, con la estupidez, el absurdo, la insolidaridad… sí, sí, hay bonitos gestos, aplausos, reparto de alimentos, voluntariado para cuidar niños gratis o acompañar a mayores, pero mi sensación, la que al menos planea sobre mi cabeza oscureciendo mi ánimo es que no tenemos remedio, y lo único que es más vasto que el propio Universo es la estupidez humana.

Ánimo, fuerza y valor.

Ojalá nos leamos mañana.

A.C.C.

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