Ojalá lo hubiera escrito yo. Una reseña de "Reina Roja"
Hace años un joven escritor respondió a un desafío, no recuerdo exactamente quién se lo planteó, que más o menos creo que venía a decir: “No tienes cojones para regalar tu novela”. Así me tropecé con la iniciativa del escritor, al que yo no conocía, en la que ofrecía gratis (pero gratis, gratis) una novela para descargar en su web y a cambio, si se quería, podíamos donar 1€ (o lo que tuviésemos a bien) a una ONG.
Ese verano fue un verano complicado en mi trabajo y tuve tiempo para leer, así que devoré “Espía de Dios” y descubrí a un buen escritor. Buen estilo, buena trama, estupendos personajes…
El tiempo pasó y el escritor fue publicando nuevas novelas que yo —ahora sí— adquiría pagando de buena gana. Más tarde se juntó con un cómico, un director de cine y una especie de sabio del renacimiento para crear un podcast llamado “Todopoderosos”, él era el “listillo” del grupo. Además de resultar sumamente interesantes, algunos de sus programas me han hecho carcajearme en el metro ante la mirada espantada de los demás viajeros. Un poco después se juntó con estos mismos “personajes” para crear algo más gamberro, más de ellos, otro podcast llamado “Aquí hay dragones”. Que nace ya con la intención clara de marcar un estilo propio si conoces el tema de los capítulos impares.
El tipo me cae bien, escribe bien, y encima parece majo en persona, pues tuve el privilegio de poder escaparme a una firma en una caseta de la Feria del Libro de Madrid y comprobé su empatía y el respeto y buen trato que regala a sus lectores. Te pregunta por tu vida, te sonríe y encima acepta de buen grado que le regales tu propia novela, a la que da protagonismo antes que a la suya en la foto de rigor.
Pues bien, este tipo tan fabuloso —del que mi mujer empieza a tener celos— es Juan Gómez-Jurado —no se te olvide el guión si le dedicas un libro, que te lo estampa en la dedicatoria— y acaba de publicar una nueva novela, “Reina Roja”.
Y Reina Roja me ha hecho feliz.
Por varios motivos.
Uno, porque es un libro maduro, excepcionalmente bien escrito, hilado, ensortijado y cuajado, con personajes magistralmente definidos.
Dos, porque he percibido un trabajo duro, muy duro, —conozco de manera muy humilde el “oficio” de escribir—, detrás de un resultado y una historia fascinante.
Tres, porque está siendo un gran éxito de ventas, y Juan se lo merece, y mucho.
Cuatro, porque me motiva a seguir escribiendo, a arrancar tiempo de donde no lo tengo, a dejar de dormir, a saborear el proceso creativo y a disfrutar con él.
Cinco, porque a veces, no muchas, me sucede que mientras leo algo pienso: “joder, ojalá lo hubiera escrito yo”, y con Reina Roja me ha sucedido.
Pues eso, Juan, que ojalá hubiera escrito yo Reina Roja.
